De: El Comal
Ciudadano Marco Cancino González:
En el estado de Chiapas, como en el resto de las estructuras de poder estatal que gobiernan en el país, la utilización de un cargo público para obtener provecho económico o de otra índole se ha convertido en una práctica normalizada e incluso celebrada, al punto que pareciera que el talento más estimado entre los individuos responsables de la función pública es aquel que permita la generación de utilidades y ganancias –solamente- personales. Tal degradación ha tenido como consecuencia una profunda brecha entre ricos y pobres; por un lado apenas unos cuantos mientras que por otro, millones.
En las administraciones municipales, donde debiera brillar el ejercicio del poder en razón de la ética y las necesidades de las mayorías así como una auténtica democratización en la toma de decisiones, la corrupción se ha reproducido de una manera endémica, dando lugar al ascenso de una mediocre clase política que deseosa por ostentarse en el Ayuntamiento ha optado por regalar despensas, materiales para la construcción y en el peor de los casos dinero.
El ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas ha sido ocupado en años recientes por gobernantes cuyo legado no excede más que un deprimente recuerdo. Sus gestiones se han caracterizado por la ausencia de un lenguaje propio e inteligente así como la reproducción de lugares comunes que corresponden a la más vil política tradicional.
Corrompiendo el oficio de hacer política y el ejercicio de la función pública, el ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas ha sido ocupado en años recientes por gobernantes cuyo legado no excede más que un deprimente recuerdo. Sus gestiones se han caracterizado por la ausencia de un lenguaje propio e inteligente así como la reproducción de lugares comunes que corresponden a la más vil política tradicional. Personas vacías de ideas y proyecto, indolentes e incapaces de asumir un compromiso serio en favor de la ciudadanía. Los costos los seguimos pagando los cientos de miles de personas que habitamos este municipio.
A usted, que ocupó una estrategia de electoralismo marrullero que se aprovecha de las carencias e ignorancia de amplios sectores de la población, se le ha encomendado la responsabilidad de administrar y presidir un municipio en donde habitan cerca de 200 mil personas, muchas de ellas en graves condiciones de pobreza. Un municipio en donde existe todavía una larga lista de viviendas con piso de tierra, que no disponen de agua entubada de la red pública, ni drenaje y energía eléctrica. El rezago social se hace patente, por ejemplo, al observar como en San Cristóbal de Las Casas, el número de personas mayores de quince años con educación básica incompleta asciende a más del 45% de la población total, o que la mitad de sus habitantes no gozan de derechohabiencia a servicios de salud, o que alrededor de 60 mil jóvenes vislumbran un futuro marcado por la ausencia de oportunidades para su desarrollo personal y profesional. Ante estos intolerables hechos, San Cristóbal de Las Casas se ha convertido, entre el despojo y fraude de sus gobiernos, en un referente de la lucha por la igualdad de condiciones entre ciudadanía y gobierno.
Los ciudadanos consientes no olvidamos y por ello deseamos que, en lugar de dedicarse a repetir huecos panegíricos acerca de una “ciudad próspera”, esta vez sus esfuerzos se concentren en materializar las acciones necesarias para que a la gente de San Cristóbal de Las Casas le vaya mucho mejor
Es en este contexto que usted, señor Marco Cancino, tiene el desafío y la oportunidad para sacudirse de una vez por todas su carácter de cómplice de los malos gobiernos federales y estatales. La cesión que hiciera la LXV Legislatura, de la cual usted formó parte como diputado local del V distrito, del terreno ubicado en el poniente de esta ciudad a la cadena Soriana para la construcción de una tienda de autoservicio en un valor estimado de 16 millones de pesos, muy por debajo de su precio verdadero, es un claro ejemplo de esta mezquina complicidad. Después de todo, la ciudadanía jamás pudo enterarse del paradero del dinero derivado de tan desmesurada transacción. Tampoco olvidamos el momento en que resolvió apoyar, junto con el resto de sus compañeros diputados, la reforma energética y educativa, a sabiendas del grave perjuicio que le ocasionaron a la sociedad.
Los ciudadanos consientes no olvidamos y por ello deseamos que, en lugar de dedicarse a repetir huecos panegíricos acerca de una “ciudad próspera”, esta vez sus esfuerzos se concentren en materializar las acciones necesarias para que a la gente de San Cristóbal de Las Casas le vaya mucho mejor, no olvidando aquella frase que reza: no serás parcial ni aceptaras sobornos, que el soborno ciega los ojos de los sabios y falsea la causa del inocente.
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